En los años 60, el psicólogo social Stanley Milgram realizó un experimento sobre cómo se puede colocar a una persona en una situación con unas limitaciones y generar en su conciencia el conocimiento de aceptación de la sociedad.
El experimento consistía en que los participantes hicieran unas determinadas preguntas a la persona que supuestamente tenía que aprender las respuestas pero que, en realidad, era un actor. El actor se situaba en una habitación conectado a unos supuestos cables que le darían descargas eléctricas si no respondía correctamente a las preguntas. Los participantes del experimento, pensando que el actor sí recibía las descargas eléctricas, debían aumentar la potencia de las mismas a medida que se avanzara en la lista de preguntas. Cuando llegaban a una potencia dañina para cualquier ser humano, la mayoría de los participantes se preguntaban si el paciente estaría bien e, incluso, se lamentaban por tenerle que hacer sufrir de esa manera. Pero fueron muy pocos los que se negaron a seguir con el experimento por miedo a perjudicar gravemente a la otra persona. El resultado fue muy desalentador pues más de un 60% de las personas que participaron serían capaces de matar a otra sólo porque así se lo mandan.
La conclusión que podemos sacar de este vídeo es concreta: cuando la regla es "no te metas" todos nos aferramos a esa regla y nos sumamos a lo que el resto hace, dejándonos llevar por lo que hace la mayoría (comportamiento gregario) y sin darle importancia a la persona o personas que están sufriendo. En la escuela ocurre esto cuando un niño sufre bullying y todos se suman a ello pero nadie lo ayuda.
La sociología psicológica se interesa por qué tipo de comportamiento se produce en las personas que están en grupo. Además, explica que el espacio cerrado es el que produce el comportamiento gregario, es decir, el dejarse llevar por un pensamiento de manera inconsciente sólo porque es el pensamiento de la mayoría. Pero el comportamiento gregario también se produce por la "anomía" ("ausencia de normas"). La anomía está provocada por la falta de normas durante la infancia y la ausencia de autonomía por parte de uno mismo para tomar decisiones y elegir hacia donde quieres dirigir tu vida. Muchos adolescentes sufren de anomía y esto se traduce posteriormente en la búsqueda de identificación propia y de explicaciones de por qué se sienten así.
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